Proporciones y números fijos
Para leer este post os recomendamos haber leído del precedente:»Lenta agonía de la artesanía en la moda«
Todos los que hemos estudiado patronaje afrontamos una serie de proporciones de una medida a la que sumamos unos número fijos.
Todos los hemos aprendido como acto de fe. Pero, ¿De dónde vienen?
Estos números vienen de muy lejos y cada uno de ellos tiene un sentido, lo curioso es que sólo pocos se cuestionan este acto de fe.
Todo empezó cuando el hombre quiso reproducir artísticamente el hombre, para dar una forma creíble a sus obras de arte, ésta tenía que reflejar una serie de proporciones.
La proporción más antigua la encontramos en la cultura hindú, en el शिल्प शास्त्र (Silpi Sastri) al que dedicamos un post “Proporciones en los hindúes”, las proporciones para reproducir artísticamente a sus deidades antropomórficas se apartaban de la realidad por una serie de intereses artísticos. Por ejemplo, si una obra de arte representa a una serie de deidades que se tienen que identificar y el mural es muy grande, si se agranda la cara de los dioses simplifica su identificación.
Luego, los egipcios, volvieron establecer una serie de proporciones del cuerpo humano, estos se acercaron mucho más a la estructura del hombre. Dedicamos el post “El canon Egipcio”
Los griegos adoptaron el canon egipcio y lo hicieron evolucionar. Desde la siete cabezas y media hasta las 8 cabezas. Se tomaba generalmente una parte del cuerpo para proporcionar el cuerpo entero.
Los romanos, como en casi todo, hicieron suyo lo que de los griegos era. Y se fijó que el hombre estaba estructurado en base de 7 cabezas y media a 8 cabezas. Un ejemplo conocido del canon de las 8 cabezas es el del arquitecto romano Marco Polio Vitruvio que ilustró siglos más tarde Leonardo da Vinci, convirtiéndose en un dibujo universalmente conocido.
La búsqueda siguió, siempre en torno a estas proporciones, para ajustarlas más se dividió la cabeza en partes más pequeñas, por ejemplo en caras ( tres cuartos de cabeza), en puños, en dedos, en pies, en narices…
Alberto Durero dijo que no existía una proporción fija, por lo que midió de forma a hombres y mujeres de diferentes tipologías con un curioso método de división basado en lo que él llamó líneas, minutos y segundos.
En la medición del hombre fue muy importante la unificación de medidas.
La unificación definitiva de las medidas sucedió con la Revolución francesa (1789) en la que se nombraron comisiones de científicos para uniformar los pesos y las medidas. El metro fue deducido por Jean Baptiste Delambre y Pierre Méchain quienes entre 1791 y 1798 midieron un arco de meridiano mediante un sistema de triangulación desde Dunkerque a Barcelona y en base a éste se estableció la medida del metro que es una diezmillonésima parte de la distancia que separa el polo de la línea de ecuador terrestre.
Los científicos, contentos como un niño con un lápiz nuevo, empezaron a medir como descosidos. Entre estos científicos fue importante la labor de Adolphe Quetelet, astrónomo, naturalisata, matemático, sociólogo y estadista Belga. Quetelet se le conoce como padre de la estadística moderna y aplicó el método estadístico al estudio de la sociología. Para nuestra labor nos interesa su obra publicada en 1870, « Anthropométrie, ou Mesure des différentes facultés de l’homme » (Antropometria o la medida de las diferentes facultades del hombre).
En su libro, que dio pie a una ciencia que tomó el nombre de esta obra (término acuñado por él mismo) se dedicó a hacer una revisión histórica de los cánones artísticos para después pasar a la medición del hombre y de la mujer. Midió el hombre (y mujer) desde el nacimiento hasta cumplir 9 décadas en algunas de sus tablas.
Esta obra generó toda una serie de antropólogos a analizar los cánones artísticos existentes, como Richer, Topinard, Blanc y muchos otros más.
Todas las conclusiones de estos estudiosos nos dan proporciones comprobadas del cuerpo humanas. Comprobadas de forma artística, porque eran ya válidas antes de estos estudios y de forma científica mediante la medición de cuerpos vivos y muertos.
Los quebrados que encontramos en los patrones tienen mucho que ver con los cánones artísticos y con las mediciones antropométricas.
Los números fijos que sumamos a las proporciones de una medida responden a dos funciones diferentes:
Una la de dar valores de holgura o incluso en algunos tratados para incluir en los trazados las costuras. Esta primera función de los números es obvia si queremos que la pieza de la espalda tenga un centímetro de holgura daremos a la proporción que la establezca un cm de más, si queremos darle el valor de la costura del costadillo a la proporción le sumaremos dos cm, si queremos incluir la costura de mitad de espalda a la proporción le añadiremos tres centímetros.
Otra función es la de corregir la proporción. Un ejemplo claro lo podemos encontrar en la medida de caja de cuello tanto del delantero como de la espalda de una americana.
En muchos tratados antiguos vemos que la apertura de una caja de cuello de espalda tiene una proporción igual a un sexto de pecho, en tratados más modernos es muy corriente encontrar como proporción de cuello un octavo de pecho más dos centímetros.
La talla base en los métodos decimonónicos de sastrería era la talla 48 de pecho, que responde a un contorno completo de pecho de 96 cm (los tratados incluyeron a la mujer en sus trazados en un segundo momento). En las mediciones de Quetelet vemos que la media del contorno de pecho del hombre totalmente formado es de 96 cm, por lo que corresponde con la talla base del 48 (hoy en día hemos aumentado de una talla).
El sexto de la medida de pecho 48 (igual a la talla o a la mitad del contorno completo de pecho, 96 cm) es igual a 8 cm. El octavo de pecho más dos en el mismo caso nos sigue dando 8 cm. Los dos centímetros que añadimos a las proporciones no pueden responder a un valor de holgura porque nadie desearía que el cuello de la americana desbocara de 2+ 2=4 cm del cuello, es más se intenta dar la proporción justa para que el cuello de la americana esté en contacto con el cuello de la camisa. La proporción del octavo más 2 cm responde a una corrección de la proporción “un sexto de pecho” en las tallas grandes. El cuello no es proporcional con el pecho, si miramos una tabla de medidas completa vemos que en las primeras tallas tiene una ratio de crecimiento de 1 cm en las tallas sucesivas vemos que el crecimiento se atenúa, incluso en algunas tablas se para y en las tallas extremas vuelve a crecer. Si tomamos una talla extrema como por ejemplo una 64 de pecho (contorno completo de pecho de 128 cm) las dos proporciones varían. El sexto de pecho es 10.66 mientras que el octavo de pecho más dos es 10 cm lo que da una diferencia de 0.66cm que multiplicado por los dos lados de la caja espalda es igual a una diferencia de 1.32 cm
El gran problema es que muchos de los tratados no diferencian entre los valores de holgura, el valor de costura y el valor del sumando fijo de corrección y suman indiscriminadamente los tres valores fijos desdibujando el verdadero sentido de la proporción.
Al ejemplo anterior podemos añadirle el valor de investidura de espalda en la línea de mitad de espalda: el valor que descontamos de mitad de espalda para emplazar la séptima cervical que suele situarse entre 0.25 y 0.50 cm en una conformación normal de espalda en el caso de una americana de unos 6 cm de holgura total sobre la medida de pecho. Podemos encontrarnos que el quebrado para determinar la apertura de la caja de cuello de espalda sea un octavo de pecho más un cm más 0.5, lo que nos especifica que el 0.5 se refiere a la investidura de espalda y los 2 cm al sumando del octavo más dos que es la proporción correctora del sexto de pecho, pero nos podemos encontrar que nos digan que la proporción de la apertura de caja de cuello espalda sea de un octavo más 2.5 cm, o bien de un octavo de pecho más 3.5 en el caso en que el trazado incluya la costura de la espalda.
Analizar cada una de las proporciones y los sumandos nos ayudará en un primer momento a un trazado más exacto y en un segundo lugar poder rectificar con mayor facilidad las diferencias de las proporciones con las tablas antropométricas de medidas en el momento del escalado evitando así retoques en las sesiones de fitting.
Desarrollaremos estos temas que ahora hemos apuntado en los próximos post. Ya que es un tema demasiado importante y extenso para poderlo desarrollar en un solo post.
Todas estas correcciones de las proporciones las podremos realizar si conocemos, en el ejemplo de la americana, si conocemos la forma tradicional artesana de sastrería clásica (que podríamos llamar sastrería…… si los términos fueran llenos de significado), ya que el patronaje industrial de la americana aplica los fundamentos de la Sastrería ( llamémosla en mayúsculas para evitar tanto adjetivo).